Quien haya ido el miércoles por la noche 27 de octubre o el jueves siguiente a la Plaza de Mayo ha podido sentir el fervor popular, la emoción, la consternación, la desolación por el líder que se fue. Más allá de las banderas sindicales, de las agrupaciones políticas y sociales, en la plaza había mucha gente que no se enmarcaba bajo ninguna de ellas, pero sí lo hacía desde el cariño y el apoyo a un hombre que cambió el destino de muchos.
Lo que no se puede negar es el legado que Néstor Kirchner nos ha dejado como sociedad: la responsabilidad. La responsabilidad que tenemos de ahora en más como pueblo de acompañar más que nunca un proceso de cambio que desde el 2003 se viene dando y que hoy lleva a adelante su compañera, la presidenta de los Argentinos.
Sabemos que los contrafrentes pronto van a venir, van a aprovechar la debilidad del momento, la tristeza que nos embarga para embestir. Y va a ser muy duro al principio porque nos va a costar levantarnos de este golpe, pero si lo pensamos bien, sabemos que tenemos al frente a una incansable luchadora y trabajadora que no se va a dejar doblegar.
Por ello, más que nunca presentes en esta despedida, y más que nunca presentes en lo que se vendrá.
Lo que no se puede negar es el legado que Néstor Kirchner nos ha dejado como sociedad: la responsabilidad. La responsabilidad que tenemos de ahora en más como pueblo de acompañar más que nunca un proceso de cambio que desde el 2003 se viene dando y que hoy lleva a adelante su compañera, la presidenta de los Argentinos.
Sabemos que los contrafrentes pronto van a venir, van a aprovechar la debilidad del momento, la tristeza que nos embarga para embestir. Y va a ser muy duro al principio porque nos va a costar levantarnos de este golpe, pero si lo pensamos bien, sabemos que tenemos al frente a una incansable luchadora y trabajadora que no se va a dejar doblegar.
Por ello, más que nunca presentes en esta despedida, y más que nunca presentes en lo que se vendrá.